jueves, 28 de mayo de 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES



De Stieg Larsson.

El primero de la famosísima trilogía Millenium. Y está bien, la verdad. Se lee con interés desde el principio, aunque lo cierto es que mezcla dos historias, una bastante más interesante que la otra, para mi gusto.

Mikael Blonkwist es un periodista que se ha metido en un tremendo lío. Al principio de la novela lo encontramos perdiendo un juicio por difamación frente a un rico empresario con negocios turbios. Algo falló en las fuentes de Mikael y él ha caído en la trampa. Pero en ese momento recibe un misterioso encargo: bajo la cubierta de escribir la historia de una rica familia de empresarios, su cliente lo que busca en realidad es que investigue la desaparición de una sobrina suya, de 16 años, sucedida en 1966. Este hombre, de 82 años, recibe en cada uno de sus cumpleaños una flor seca enmarcada, como su sobrina desaparecida tenía por costumbre regalarle.

Para llevar a cabo este trabajo, Mikael abandona Estocolmo y la revista "Millenium" y se traslada a la isla de Hedebeg, donde trabajará estrechamente con su cliente y con algunos miembros más de la familia Vanger que también viven en la isla. Para ayudarse en sus investigaciones requiere los servicios de una extraña detective, Lisbeth Salander, una criatura prácticamente anoréxica y asocial, llena de piercings y tatuajes pero con una extraordinaria sagacidad para descubrir cosas y con un prodigioso dominio de Internet.

Y sí, entre ambos consiguen descubrir el misterio de la niña desaparecida y muchas cosas terribles más. El problema es que, una vez solucionado este asunto, vuelve a enredarse con su particular persecución del empresario corrupto del principio del libro, y esa historia me ha resultado bastante más farragosa. Muchos datos económicos, que tampoco es que sean muy difíciles, pero es que no les he prestado demasiada atención, conque de esta parte no he entendido gran cosa. A mi entender, le sobran estas cincuenta o cien últimas páginas a la novela. Pero, por lo demás, muy bien. Es uno de esos libros en los que piensas cuando no lo estás leyendo y para los que siempre estás deseando encontrar un minuto que dedicarle. Y que cuando lo acabas, como me sucede hoy a mí, entre lo interesante y lo largo que era, no puedes evitar echarlo de menos y pensar, con tristeza, en el tiempo que tendrá que pasar hasta que uno vuelva a encontrar otro libro con esa capacidad de seducción.

Esperemos que no sea demasiado.

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