viernes, 27 de marzo de 2009

LESSICO FAMIGLIARE



















De Natalia Ginzburg.

Vale, ya me he quitado de encima todos los libros que hasta ayer tenía rondando. Éste sí que me lo he terminado del todo. En cambio, he abandonado, sin reseñar, "El baile de Pan". No estaba ni mal ni bien. Hubiera podido leerlo, pero me pareció que no me aportaba nada y me estaba quitando tiempo para otras cosas. Creo que, de aquí a final de junio, salvo urgencia, sólo voy a leer italiano. Después, ya tendré tiempo de volver al castellano.

"Léxico familiar", por tanto está en la línea de las novelas que leo con el único interés de repasar la lengua. Si la hubiera leído en castellano, seguro que me la hubiera dejado. Se trata de una especie de memorias, en la que la autora va hilvanando, un poco al tuntún, una serie de recuerdos familiares, pero vistos desde una extraordinaria distancia. Son hechos reales, con personajes reales, muchos de ellos intelectuales conocidos (hay que ver qué pequeño es el mundo de la gente bien de izquierdas de toda la vida: se conocían todos, como una nueva aristocracia). Y ya está. La autora-narradora nos va desgranando los recuerdos de su vida a través siempre de las palabras sobre todo de su madre y de su padre. No hay una narración de hechos, y mucho menos una descripción. Lo que hace es ir saltando de un episodio a otro sin detenerse mucho en ninguno de ellos, sin profundizar en nada, simplemente repitiendo (y repitiendo y repitiendo) las palabras que la madre o el padre dirían o dijeron en ese momento.

Se lee bastante bien, es ligerito y entretenido, pero me parece que la humanidad hubiera seguido muy bien adelante sin la aportación de esta novelita. Ya digo, la única conclusión que saco es la de que el mundo, para determinadas élites de la índole que sean, sigue siendo un pañuelo.

Ah, y por supuesto tiene su ración de fascio, de guerra y de dopoguerra. Oye, o somos italianos o no lo somos.

Me quedo con dos frases: "Sempia che non sei altro" y "Megalomani, voi siete tutti megalomani!". Aunque también me ha gustado la de "mandare in giro i bambini col culo di fuori". Tienen su gracia.

jueves, 26 de marzo de 2009

BREVE HISTORIA DE LA CULTURA EN ESPAÑA

















De Fernando García de Cortázar.
No puede ser: leyendo tres libros al mismo tiempo no me cunde, me disperso y, lo que es peor, me estreso sin ninguna necesidad. Quiero leer en italiano porque lo necesito para el examen, pero quiero seguir leyendo en castellano por placer, y además no quiero sólo leer novela, sino también historia, biografías, arte... Por no hablar del olvidado ámbito de la literatura juvenil, que también lo tengo ahí como una losa.
Así es que he decidido despejar. Desde Reyes estaba liada con este volumen de Cortázar, que sinceramente no es lo que me había imaginado. Es un recorrido por la historia cultural de España centrando cada momento histórico en la ciudad que mejor lo representa. Dicho así, suena fenomenal. Empieza por Santiago para la Edad Media y acaba en Valencia como máximo exponente del futuro. Muy bien. Y podría haber sido un libro muy bueno, interesante y útil si el señor Cortázar (a quien por otros trabajos tanto admiro) hubiera andado un poco más a ras de tierra. Pero no: le ha perdido el lirismo del que, también es verdad, ya apuntaba maneras en libros anteriores.
La cosa es que yo no sé en quién pensaba cuando escribió esto, si es que pensaba en alguien. A ver, o es que su lector ideal es un compendio de todos los conocimientos del mundo, o es que sólo ha escrito para sí mismo. O también pudiera ser que le hubiera cegado el deseo de exhibirse, cosa que no acabo de creerme: no tiene ninguna necesidad.
Pero el resultado es un libro demasiado disperso, incluso diría frívolo o superficial dentro de un excesivo deseo de profundidad. No conecta. El lector (al menos yo, claro) tiene la sensación de que el autor le ignora. Ya digo, de que no es el lector correcto o que el autor ha pasado de él. Se dan demasiados datos por sabidos, se va demasiado por el lirismo fácil, por la erudición superflua, y al final acaba uno teniendo la sensación de que no le han contado nada que no supiera. Y, lo que es peor, que ni siquiera le han aumentado las ganas de aprender algo o de viajar a algún lugar concreto.
Una verdadera lástima, porque se ha desaprovechado una magnífica ocasión para, al menos, potenciar la curiosidad de los lectores. Pero ni eso. Qué pena.