miércoles, 29 de julio de 2009

CLARA Y LA PENUMBRA



De José Carlos Somoza.
Raro, raro, raro... Es lo primero que se puede decir de este libro. Y demasiado largo para el argumento que plantea, o eso me han parecido a mí sus casi 600 páginas. Y lento en sus minuciosas y superabundantes descripciones de cuadros, adornos y técnicas de pintura. Lo que en un principio choca, llama la atención, provoca la compasión, el asco o la extrañeza, a base de repetirlo una y mil veces lo único que acaba por provocar es cansancio.
Partimos de una nueva técnica de pintura llamada hiperdramatismo, que se basa en que los lienzos son personas, que posan durante seis u ocho horas al día, en las posturas más incómodas y pintados según convenga, en exposiciones públicas o en casas particulares. En torno a estos lienzos humanos se estructura la trama, al ser uno de ellos (una niña de 14 años) objeto de un secuestro y asesinato. Al repetirse la acción con otro de los cuadros más famosos del mismo pintor, los encargados de la protección de éstos inician una investigación que les lleva a determinar dónde y cuándo se llevará a cabo el próximo asesinato. Sólo les faltará saber qué cuadro será esta vez el destruido.
Ya digo: raro, lento y largo. Lo que ocurre es que Somoza narra bien, y consigue engancharte aun cuando te das cuenta de que lleva doscientas páginas sin añadir nada nuevo. En fin, bien está. Sólo espero que el hiperdramatismo no llegue a ser nunca una realidad, porque tiene cosas sumamente desagradables.