martes, 21 de octubre de 2008

LA CIOCIARA, de Alberto Moravia


Bueno, por fin la acabé. Liada con ella desde el mes de julio. No porque la novela no merezca ser leída con más presteza, sino porque la he ido relegando a muy poquitos minutos cada día. Siempre había otras cosas que leer, y ésta, cuya única función era mantener vivo el italiano (ya la había leído hacía años), siempre se quedaba en el último lugar.
Me ha gustado. Más que la otra vez. Nunca he sabido cómo traducir el título, porque "ciociara" es una denominación de origen, de una región de Italia, Ciociaria. Ahora veo que la llevaron al cine y que la titularon "Dos mujeres". Bien. Dos mujeres ante la desesperación del final de la II Guerra Mundial. Los últimos nueve meses de la guerra, cuando la situación en Roma ya es irrespirable. Estas mujeres (una madre y su hija adolescente o muy joven) deben abandonar su casa y su tienda y emprender un viaje a ninguna parte, a la mera supervivencia en condiciones extraordinariamente difíciles, por pueblos, por montañas; en cabañas, en casetas abandonadas, en cuevas... Con campesinos, con refugiados, con militares de uno y otro bando. Y la visión de que la guerra hace aflorar lo peor de cada uno. Todo desde el punto de vista de la madre, una mujer sin ninguna instrucción pero con un acusadísimo sentido práctico. Me gusta cómo ve las cosas esta mujer, que no entiende nada y por eso mismo es capaz de emitir juicios absolutamente acertados, libres de prejuicios, basándose simplemente en la experiencia. Ellas dos, cuatro o cinco personajes fijos y un amplísimo desfile de personajes que van aportando las mínimas vivencias de esos nueve meses de nada, de vida prácticamente vegetativa: buscar comida, hacer pequeños negocios e intercambios, pensar en el final de la guerra y en el regreso y básicamente dormir para olvidar.
La novela discurre con un ritmo lentísimo. Prácticamente todos los pequeños episodios que jalonan sus días serían prescindibles. Pero es que eso es lo que se pretende reflejar, la nimiedad de sus vidas. Sólo acelera un poco y se acumulan los acontecimientos al final, cuando la guerra termina y ellas emprenden el camino de regreso. Al final llegan a casa, pero son dos personas muy diferentes de las que eran cuando se fueron, infinitamente más sucias, más malas. Pero es la guerra. Al final no hay juicio (no hay juicio de valor en ningún momento de la novela), porque se refugian un poco en la colectividad, tan corrompida como ellas. No podían ser la excepción. Ha sido la guerra, que ha transformado a las personas hasta casi llegar a perder la condición humana.
Es una novela dura por el asunto que trata, pero no se hace difícil su lectura, porque lo vemos todo a través de los inocentes ojos de Cesira, de las angelicales acciones de Rosetta (tan pervertida al final), de la pureza ideológica de Michele.
Larga, densa, lentísima..., se nota pasar (o no pasar) el tiempo: como lo sentirían aquellos que sólo podían esperar el milagro de la paz.
Muy buena para refrescar el idioma, aunque hay muchísimas palabras referidas al ámbito campesino que se me escapan, pero algunas se me han ido quedando. Muy provechosa para mí.

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