lunes, 1 de diciembre de 2008

IL PRETE BELLO, de Gofredo Parise


La acabé, por fin. With more pain than glory, que dice mi hijo, pero vale. O sea, haciendo al final un esfuerzo, aburrida de la historia pero pensando que me servía para practicar el italiano. Bueno, esa era su misión.
Lo cierto es que la recordaba muy distinta de lo que es. Yo me acordaba de la adaptación divertidísima que hicimos en el ABC de Florencia. Nos centramos sólo en la historia de don Gastón liándose con Fedora, para gran dolor de la signorina Immacolata. Y eso aparece sólo al final, como una de las varias peripecias y distintos aspectos que trata la novela. Pero no es el esencial, en absoluto. Ni siquiera tengo claro que el cura sea el protagonista, a pesar del título y a pesar de que él actúa como revulsivo de los muchos deseos insatisfechos que se amontonan en el triste patio de vecindad que comparten los personajes de la novela.
Narrada por Sergio, un niño de ocho o nueve años, asistiremos a la recreación de la vida frustrada de un puñado de vecinos, entre los que destacan varias solteronas (símbolo de todas las insatisfacciones en aquel tiempo, en aquel país), y de cómo la llegada de un cura guapo, alto, joven, perfecto representante del fascismo, convulsionará las vidas de todos.
Al final hasta el cura acaba como el rosario de la aurora, devorado por la pasión que le inspira Fedora (sobradamente satisfecha, en su caso), que le lleva a una enfermedad incurable. Las solteronas acaban más taradas que nunca y hasta el amigo del niño muere atropellado por un camión, no sin antes haber pasado una buena temporada en el reformatorio. Una juega, vamos.
Está bien lo de leer en italiano, me gusta y me lo impongo como una obligación. Pero ya podrían ellos también ampliar el temario, que estoy de dopoguerra, de fascio y del Duce, de hambre y miseria hasta el moño. Son como nosotros, que parece que no tengamos más tema que la guerra civil. ¡Plastas!

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